¿Por qué estudiar y enseñar
filosofía hoy?
En
el día internacional de la filosofía
Rafael Morla
Hay que estudiar y enseñar
filosofía hoy, por las mismas razones que lo hicimos ayer, a saber: para
comprender mejor el mundo y para arrojar luz sobre los propios procesos de su
transformación. Agregaría, que hoy es más imperioso hacerlo, porque el mundo de
hoy es un mundo agónico, en tránsito, que se mueve de una forma de vida y
organización (que hay que cambiar) a otra nueva (que hay que comprender).
La filosofía, en cuanto reflexión
y explicación de la propia existencia humana, es necesaria en el
atardecer, en momentos de crisis del hombre. Cuando el ser humano está de capa
caída, el horizonte se ha tornado gris, y la vida presente no entusiasma para
nada, la filosofía aparece como un faro de luz para orientar la existencia y
para recuperar el sentido ya perdido. Entonces, el filósofo, que es un sujeto
social, organiza la crítica del presente, y con sus ideas, marca el sentido, el
curso y la orientación de la futura sociedad. La filosofía desempeña su papel
en el juego dialéctico existente entre lo real (lo que se quiere cambiar) y lo
posible (la utopía del mañana). De ahí que los filósofos hayan sido los grandes
diseñadores de utopías y proyectos de emancipación social.
Es necesario estudiar y
enseñar filosofía, porque ella estará o debe estar cuando se están
erigiendo los fundamentos de la nueva vida. Por ejemplo, toda persona es
portadora espontáneamente de una filosofía (la cual está llamada a darle
sentido a su vida personal y social), y a toda institución, cuando se crea, se
le calzan sus fundamentos o razón de ser (filosofía de la UASD, filosofía de
los partidos comunistas, filosofía de los partidos socialdemócratas,
etc.)También, toda ciencia tiene un fundamento filosófico, el cual acompaña a
esa ciencia en el proceso de nacimiento, y que se mantiene a lo largo de su
desarrollo y evolución. El mundo de hoy, exige que tomemos plena conciencia de
eso, y que no se deje a la libre espontaneidad.
Es necesario hoy darnos una buena
dosis de filosofía, así como contribuir, enseñándole, a que otro se la den,
porque una buena parte de los conocimientos que se producen en el presente son
interdisciplinarios, es decir, se desarrollan, en la intersección o límite de
dos o más saberes. Aquí, se pone de relieve, lo estrecho y angosto del espíritu
cientificista, y al mismo tiempo, la necesidad de recuperar el sentido de la
totalidad filosófica, que supone un manejo dialéctico, entre la parte y el
todo, entre lo simple y lo complejo.
La filosofía ocupó su lugar en la
antigüedad clásica, cuando las ciudades y estados de Grecia y del Asia Menor
entraron en crisis, y se hizo necesario para conciencia del hombre griego de
entonces, explicar el porqué de esa crisis. El estrecho marco de la Polis, se
desbordaba y se esfumaba, y un nuevo horizonte de vida, más cosmopolita y
universal terminó imponiéndose. Ningún pueblo, había sentido, la necesidad de
la reflexión y enseñanza de la filosofía, como lo sintió el pueblo griego.
Hoy, se hace necesario
estudiar y enseñar filosofía para entender mejor el mundo en que vivimos;
para captar el sentido profundo de su crisis; para no fallar en nuestra
percepción de lo bueno y malo que acompaña a esta modernidad tardía o
globalización.
La filosofía fue imprescindible
en el siglo XVIII, cuando el modo de vida feudal, se hizo obsoleto, y los seres
humanos pasaron a buscar una nueva forma de vida, que les llenara plenamente,
tanto material, como espiritualmente. Los filósofos hicieron la crítica del
presente, y crearon la subjetividad necesaria, para abrir las compuertas del
nuevo mundo moderno.
El siglo XVIII, fue llamado,
tanto el siglo de la crítica, como el siglo de los filósofos. ¿Por qué? Porque
el ejercicio de la crítica filosófica, se convirtió en algo cotidiano y
permanente de la vida social, política y cultural de entonces. En esas
circunstancias, la reflexión filosófica, y la enseñanza de la filosofía, se
convirtieron en una necesidad profundamente sentida por la comunidad.
Es necesario estudiar y
enseñar filosofía en el mundo contemporáneo, porque aunque este mundo está
materialmente maduro para ser cambiado, hace falta la subjetividad necesaria,
es decir, las ideas que orienten la práctica de los hombres y mujeres, que
luchan por un mundo mejor para todos. Son, ante todo, los nuevos hombres y
mujeres, los que necesitan filosofar, para marchar con claridad por los caminos
que conducen a la nueva vida. De ahí nuestra apuesta, por el surgimiento de un
número significativo de pensadores e intelectuales que visualicen el presente,
e indiquen caminos transformadores.
Al igual que en el Renacimiento
(periodo de transición) asistimos a una crisis de paradigmas. Es lógico que sea
así, porque aún vivimos, en parte, de las ideas elaboradas por los modernos a
lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. Hoy, esas ideas no son suficientes,
para comprender lo que podemos ver con nuestros propios ojos. Para que tengamos
una idea, el mundo de treinta años atrás se fue, en muchos aspectos
fundamentales. ¿Cómo podríamos comprender las sociedades presentes con viejas
ideas?
Lo primero que hay que entender
es que el mundo en que vivimos o nos desvivimos es tránsito, y ser tránsito
significa que nos movemos de un lugar a otro, significa que no hay nada firme.
Todo aquel que tenga la preocupación por comprender el ser presente, tiene que
hacerlo desde el aire, porque no encontrará una plataforma firme, sobre cuyo
suelo afirmar sus pies. Por eso es tarea de la filosofía hoy (lo cual justifica
su enseñanza), fluidificar los viejos conceptos de la ciencia y la filosofía
tradicionales (es decir, imprimirle un nuevo contenido a viejos conceptos) o
crear conceptos (que reflejen la nueva realidad). Los grandes debates de
paradigmas que se llevan a cabo apuntan en esa dirección, y solo aquel que no
comprenda lo que significan esos debates, puede negar la importancia de
la filosofía y resistirse a su enseñanza en el sistema formal de educación, y
en el resto de la sociedad. No hay que olvidar, que sobre la base de la
ignorancia, se excluyó la enseñanza de la filosofía de la educación
preuniversitaria de la República Dominicana.
Es necesario estudiar y
enseñar filosofía para que no perdamos de vista que el ser humano es un
proyecto, y como tal está en permanente construcción. Kant decía, con acierto,
que estamos en el deber cultivar la humanidad que habita en cada uno de
nosotros. Al cumplir con esta encomienda kantiana, el filósofo pasa a
convertirse en guardián de la condición humana. De ahí su lucha contra todas
las formas de exclusión social, de xenofobia, de fundamentalismo, de
irracionalismo, de pragmatismo, de tecnicismo, y de cualquier intento de
fundamentar la existencia humana, porque mientras estos males existan, o se
manifiesten con tanta fuerza, los seres humanos vivirán confinados al antro
subterráneo de la caverna, y no verán la nueva vida que tienen por delante.
Llevar conciencia frente a estos peligros, y buscar la manera de conjurarlos es
tarea de la filosofía hoy.
Es necesario estudiar y
enseñar filosofía para organizar la crítica de los valores tradiciones
negativos contenidos en la praxis histórica y social del pueblo dominicano, y
crear la subjetividad para la asimilación de valores, que coadyuven al
fortalecimiento de la dominicanidad, y de sentimientos y principios
humanistas. Sin perder nuestra identidad, hay que abrirse a la comprensión de
que la vida se realiza en una dialéctica profunda y dinámica entre lo local y
lo mundial, entre lo singular y lo universal, entre lo nacional y lo
internacional.
Es esencial estudiar y enseñar
filosofía para cualificar nuestra humanidad personal y colectiva, para que
seamos seres dialogantes, para que elevemos a la categoría de arte el ideal de
convivencia, de tolerancia y de cooperación. Esta es la única manera de
conjurar el camino de las guerras, y comenzar a vivir la “paz perpetua”, donde
el derecho y no la fuerza bruta, orienten las relaciones internacionales.
Es necesario estudiar y
enseñar filosofía para dar respuesta a las interrogantes existenciales.
¿Tiene sentido y finalidad la vida humana? ¿Hay una condición humana? ¿Es
posible una sociedad donde la realización material y espiritual de las personas
sea el objetivo supremo? ¿Qué bondades y males ha traído a la sociedad el gran
desarrollo científico- técnico? ¿Qué somos? ¿A qué aspiramos? ¿Tiene sentido
aspirar a una vida mejor o es una simple ilusión de la conciencia?
Para terminar, si cuanto he dicho
no es suficiente para entender la importancia del aprendizaje y la enseñanza
de la filosofía, ya que existe la presunción de que nadie es profeta en su
propia tierra, transcribo tres ideas que la UNESCO tiene en relación con el
tema que nos ocupa:
“La filosofía es una “escuela de
libertad”, ya que no solo elabora instrumentos intelectuales que permiten
analizar y comprender conceptos fundamentales como la justicia, la dignidad y
la libertad, sino que además crea capacidades para pensar y emitir juicios con
independencia, incrementa la capacidad crítica para entender y cuestionar el
mundo y sus problemas y fomentar la reflexión sobre los valores y los principios”.
“… La filosofía es una escuela de
solidaridad humana y una base para un mejor entendimiento y respeto mutuos, que
son elementos fundamentales para fomentar el diálogo entre las
civilizaciones…”.
“La UNESCO interpreta la
filosofía en un sentido lato como una forma de abordar los problemas
universales de la existencia humana y de inculcar a las personas una manera de
pensar independiente. La filosofía se sitúa en la médula misma del saber
humano, su ámbito es tan vasto como el de la esfera de competencia de la
UNESCO. Las cuestiones más importantes de la que se ocupa la Organización, por
ejemplo, la educación para todos, la diversidad cultural, la ética de la
ciencia, los derechos humanos, la sociedad del conocimiento, la democracia, el
diálogo intercultural, y el diálogo entre las civilizaciones necesitan contar
con sólidos conocimientos filosóficos y estar dotados de rigor analítico y
conceptual. Es necesario llevar a cabo un riguroso análisis crítico de los
conceptos, normas y criterios de los grandes programas de la UNESCO para
incrementar la eficacia y pertinencia de las actividades”.1
1 Ver Informe del Director General de la UNESCO, Conferencia de París, 29 de
junio del 2005 (www.revista de filosofia.org).
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Rafael Morla
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