Por Rafael Morla
Ex Decano de la Facultad de Humanidades
de la UASD
Conocí un camino llamado Movimiento Renovador Universitario, que fue
horizonte e inspiración para decenas de gentes, que creyeron en una
universidad abierta a los
hijos del pueblo, que asumió con responsabilidad la sagrada misión de llevar a
los jóvenes una educación de calidad, crítica, llena de fundamentos
esperanzadores en relación al futuro de la nación dominicana.
Profesor de Filosofía de la UASD |
Nadie hablaba de acreditación en los años primerizos del Movimiento
Renovador, pero los profesores y estudiantes asumían que la educación estaba al
servicio de la patria y la nación dominicana. En lo íntimo, trataban de dar lo mejor
de sí, el primero, porque tenía que entregar a la sociedad un profesional de
calidad, y el segundo, por el afán de afrontar con éxito la encomienda de
servir a su pueblo. ¡Qué responsabilidad! ¿Cuánta belleza hay en estos
sentimientos?
La década del 80, calificada de perdida en su momento, desde los puntos
de vista económico, político, social, ideológico y moral, condicionó y
determinó un profundo
proceso de anomia e inflexión de la vida institucional y académica de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Todo cambió negativamente, fue un huracán batatero que arrasó por doquier. La
gente frustrada, vio el edificio del mundo derrumbarse a sus pies, sintió la
ausencia de espacios para movimientos
de redención social, el horror al vacío, le hizo suponer que ya no eran
necesarias, la ética de la solidaridad, las
normas del comportamiento correcto, el bien ser, y los criterios del bien
hacer. Fue una desorientación y desmoralización colectiva. Desde ese momento
andamos ciegos por el mundo, sin rumbo claro, esperando que un día las cosas
cambien.
Lo que pasó, en parte sigue entre nosotros, y obedeció a cambios
profundos en la realidad social dominicana, no hubo nada de magia o casualidad
en ello. Incluso, los desequilibrios, distorsiones, la desorientación, la
irresponsabilidad, el conservadurismo, el miedo, el silencio, el amiguismo, el pesimismo, el
inmediatismo, el dame lo
mío, que hoy conviven en la UASD ,
y que han hecho de ella una institución enferma, se explican en el contexto de
las circunstancias indicadas, cuyos efectos, en todos los órdenes, se extienden hasta nuestros
días.
La situación de la UASD ,
reflejo aproximado de la ausencia de proyectos o modelos de desarrollo social,
es también crisis del sujeto, y cuando hablo de sujeto me refiero a un grupo de hombres y
mujeres conscientes, empoderados, con voluntad de cambios, que desafiando los
peligros, dan un paso adelante, asumiendo la responsabilidad por las transformaciones
que la institución necesita, en términos de docencia, investigación y extensión
de calidad. ¿Qué pasa cuando se divorcian las normas y principios que rigen la
vida de una institución, por un lado, y las personas llamadas a llevarlos a la
práctica, por el otro? Se inaugura una era de incertidumbre, inseguridad, caos,
desórdenes, fragmentación, y
pesimismo, en relación con el presente y el futuro.
Gracias a las crisis persistentes y reiterativas, entre las que incluyo
el actual boicot del semestre 2017-1, (después de un asueto docente de 60 días,
algo sin precedentes, porque se trata de un paro, sin haber arrancado, y de una
huelga sin haber trabajado), llegué
a la conclusión de que en la UASD
no hay camino, pues, aquel que
nos indicaron los padres del Movimiento Renovador fue cerrado, y que si
queremos seguir existiendo con algún propósito claro frente a la sociedad
dominicana, estamos ante la urgencia de crear un camino nuevo. Nuevo, por las ideas que
lo orienten, por el fundamento moral de su práctica, por su capacidad para
diagnosticar y afrontar los problemas, nuevo por el espíritu dialógico y
unitario, en fin, nuevo porque renuncia a ser un problema, para ser parte de la
solución.
“… ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar!...”. (Decía
el poeta español Antonio Machado). No obstante, ¡Sólo la Universidad Autónoma
de Santo Domingo decide si se levanta! Uasdiano, sube la bandera, piensa,
trabaja, lucha y el futuro te pertenecerá.
El autor es profesor de la
Escuela de Filosofía y ex decano de la Facultad de Humanidades.
Santo Domingo, República Dominicana, 8 de febrero, 2017.
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