Por Rafael Morla
Ex decano de la UASD
El
caso Odebrecht no tiene precedentes en la historia de Hispanoamérica, se trata
de una verdadera red creada para el tráfico de influencias,
encarecer el costo de las infraestructuras construidas en nuestros países
y recibir sobornos para la adjudicación de obras, al margen de todo proceso de
licitación y transparencia.
En
la sociedad todo está relacionado: una estafa, un engaño, y un soborno, traen
consecuencias económicas, políticas, sociales y morales,
directamente proporcionales a su envergadura, de ahí que el
referido escándalo, por su dimensión, significado y proyección,
haya dislocado la vida social de los países
involucrados.
El dinero así
obtenido, sirvió para financiar campañas electorales, comprar y mover
voluntades sociales y políticas, a fin de perpetuar en el poder a un
grupo de políticos corruptos y corruptores, que aprovechando la debilidad
institucional de los países en cuestión, sobrepasaron los límites, y
dieron una especie de palo acechado a estos pueblos de América, siempre necesitados
de recursos para invertirlos en educación, salud y otras expresiones del
desarrollo social humano.
Doctor Rafael Morla |
República
dominicana, para vergüenza y escarnio, estuvo a la delantera,
mostrando al mundo su decadente moral social, la carencia de escrúpulos de la
clase política nacional, y las debilidades de sus instituciones republicanas.
He recordado, en medio de este escándalo que lacera profundamente el ser
dominicano, la figura señera de don Américo Lugo, que al ver las
debilidades de la nación de sus días, solía plantear la tesis, de que aún no
reuníamos los requisitos de una verdadera República.
¿Cuánta razón tenía
este patriota extraordinario?
En el libro
Modernidad, postmodernidad y valores (2001), mostré mi preocupación
profunda por la crisis de valores existente en el país de entonces, 16
años después las cosas no han hecho más que empeorar, por lo que entiendo
necesario un profundo movimiento de regeneración, a fin de revertir el
creciente proceso de deterioro del tejido económico, político, social y
moral de la Nación dominicana.
Como dice el
refrán, “no hay mal que por bien no venga”, el destape y conocimiento del
llamado caso Odebrecht, entre otros, han puesto en movimiento la opinión
nacional que reclama justicia y castigo para los culpables, así como la
devolución de los bienes sustraídos al pueblo, su legítimo dueño, para
que sean invertidos en el pago de una porción mínima, en relación con la
cuantiosa deuda social contraída con los desposeídos y excluidos de todo bien
social en esta tierra dominicana.
Esos reclamos
justicieros, contra todo pronóstico, vienen siendo empujados por el Movimiento
Verde, símbolo de la esperanza nacional, en tiempos de crisis y caída del
proyecto humano de vida. ¿A cuáles males apunta el Movimiento Verde? A la
sustracción de los bienes públicos, la falta de transparencia e
institucionalidad, al clientelismo y el nepotismo, la impunidad y la
injusticia. ¿Qué relación guardan las demandas de este movimiento, con los
problemas que tiene que resolver la UASD para su relanzamiento y demás
requerimientos de mejoras y cambios?
Para nadie es
secreto que los candidatos a la rectoría en la UASD gastan cantidades
exorbitantes de dinero en las campañas que realizan cada periodo electoral, y
todo el mundo se plantea interrogantes al respecto, a saber: ¿De dónde
sale ese dinero? ¿Quién o quiénes lo proporcionan? ¿Cómo retorna al acreedor el
costo financiero de la inversión realizada? Esto acontece realmente, pero se
desliza hacia ámbitos oscuros, peligrosos y misteriosos, en un intento como
todo lo inmoral e injusto por borrar sus huellas.
Con este sólo
hecho, aunque no existiera ningún otro, que atraviesa transversalmente la
vida moral e institucional de la UASD, y que por demás, trae
clientelismo, favoritismo y mediocridad, es suficiente para que la
universidad esté cuestionada, y su misión y valores permanentemente relegados y
olvidados. Cuando la corrupción nos hace perder la razón y la lógica, los
principios se van a pique y el proyecto social de vida se desvanece.
En mi opinión,
las autoridades de la UASD, y sobre todo los candidatos a la rectoría, no
pueden ser indiferentes a los reclamos del Movimiento Verde, porque se trata de
reclamos de la sociedad dominicana, la misma que desde hace 35 años, viene
reclamando cambios significativos, que contribuyan a elevar la calidad del
quehacer institucional y académico de la más antigua universidad del nuevo
mundo. Lo que se reclama afuera, salvo pequeños ajustes, podría ser
reivindicado a lo interno, por las diversas fuerzas y personalidades, que
vienen levantando su voz a favor de cambios importantes, que van desde
elevación de los niveles de competitividad, la ética del comportamiento y
la gerencia, hasta asuntos de orden institucional, que permitan la asunción de
una autonomía responsable.
Los que amamos
la UASD de verdad, los agradecidos, sabemos que nuestra academia no está tan
mal como dicen sus permanentes detractores, aunque es de sabio reconocer, que
no estamos todo lo bien que queremos, nos merecemos y debemos
estar. Entonces, pongamos los oídos en los reclamos del pueblo, diseñemos
un nuevo acuerdo, asumamos la responsabilidad por los cambios necesarios,
hagamos ahora lo que hay que hacer, y no esperemos que se genere un
Movimiento Verde o de cualquier otro color, que marche sobre nosotros.
El autor es profesor de filosofía y ex decano
de la Facultad de Humanidades de la UASD
Santo Domingo, 25 de junio del año 2017.
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